martes, 22 de marzo de 2011

La Casa de los Tios

Catamarca 876 - Martinez. 4733-3171. Tan imposible de olvidar como los recuerdos vividos detrás de esta dirección y teléfono; la casa de los tíos tiene algunas particularidades:

Entrando por la puerta principal, a la derecha, hay una media pared con tres agujeros preparados para poner adornos. Uno en particular es rectangular y tiene forma de puerta. Puerta imaginaria que atravesaba de chiquito con Joaco y que me llevaba a ese mundo al que sólo los chicos pueden entrar. La tía siempre se enojaba cuando pasábamos porque se ensuciaba, pero no le dábamos bola.

La palmera del jardín es otro gran lugar: justo ahí, al lado del motor del filtro de la pileta. Solíamos usarlo como escalara para treparla y una vez hasta el tope zambullirnos. Los estilos eran 3: palito, bomba y cabeza. Nuca dió para mortal. La tía también se enojaba porque pensaba que se iba a romper. Hoy, si no me equivoco, la palmera sigue ahí. Admito entonces que la advertencia fue válida, sino probablemente hoy no estaría viva.

De lo que nunca se quejó la tía fue de las tiradas por la escalera en colchón. En realidad lo hacíamos a escondidas los sábados cuando salían al cine o a comer. Acá Lu y el Ponck siempre participaban.

Ojo si nadas en culo en la pileta ¡Si está Pina en el cuarto de Maia se ve!

La parrilla nunca se supo si estaba bendecida o qué. Pero de allí salieron los mejores asados que he comido. En breve sabremos si era la parrilla o el parrillero. Casi seguro que lo segundo.
De la pileta tengo muchos recuerdos, pero sí o sí tengo que mencionar la vez que nadando para el fondo metí la intersección del dedo índice y medio en el agujerito que había en el fondo (como el de las viejas video caseteras) y me abrí. El tío me llevó al hospital con el carnet de la obra social de Joaco ¿Quién lo iba a notar? Si en el fondo somos hermanos.

Hace unos meses volví de viaje y entre las novedades me contaron que se vendía la casa del tío turco. Fue de esas noticias que te sacuden.

Me costó mucho entender porque me movía tanto la venta, pero luego lo entendí. Es que la casa de los tíos representa el único recuerdo vivo de mi infancia.

Y esto no es una queja, sino una reflexión: todas las casas, de mi abuela, mis viejos, mis otros tios, ya no están. Es decir, están pero no tengo acceso a ellas.

Este viernes cuando la despedimos, y mencionaron su edad (32 años) me di cuenta que era más grande que yo. Eso nunca lo había pensado.

Espero que la casa cobije otra gran familia y sea el lugar de tantos buenos momentos como los que hemos pasado. Como dijo mi viejo: a la casa y a los tios, gracias por los servicios prestados.